San Elvis del Presley de todos los Santos
"Me siento solo"
Elvis Presley, después de su último concierto 26 junio, Indianapolis.
En estos días azules del plácido mes de agosto, recordamos en nuestro
magnífico suplemento EVS que hace ya 32 años que Elvis Presley dejó la vida
pública para siempre. Unos dicen que murió aquel 15 de agosto de 1977 y
otros, nuestros amigos de la nave del misterio, que sigue por alguna de las
islas del archipiélago de Hawaii retirado de una vida tan poco agradecida. Nota
complementaria conspiranóica: posiblemente con Michael Jackson su yerno,
últimamente blanco de todas las sospechas. Bueno, blanco, no literal sino
quirúrgico y como figura literaria. Aclaramos: el segundo, no el primero.
Resulta curioso como la lucha por salir de aquel turbio pueblo sureño
americano, fue lo que le dio lachispa de genialidad que perdió cuando se
apoltronó en su puesto. ¿Se hizo Elvis funcionario del rock? No lo sabemos.
Aunque visto lo visto, si no fue funcionario igual pudo ser nombrado personal
de confianza o alguno de esos puestos similares y generadores de amplias
panzas y camisas desbotonadas de marca que dejan marca en la panza
marsupialesca.
El ascenso a la fama y gloria de Elvis Presley comenzó en un cuarto de
grabaciones de la Sun Records en el año 1954 y acabó en 1958, en el cuarto
de baño de algún aeropuerto norteamericano, momentos antes de que el padre
estado (o “tito” Sam) lo llamara a su regazo para someterlo a un retiro espiritual
de depuración comportamental y degustación de un dulce alienamiento social
en forma de disciplina castrense.
En tal caso la vida de Elvis Presley, al igual que la de la gran mayoría de los
humanos es la consecución de la fábula del nacimiento de una estrella y el
ocaso de un pelele. Un pelele voluntario al vicio de turno: al capital, a las
drogas, a las faldas o pantalones según sea el caso y/o género, al
sedentarismo, al pasotismo como bandera (no ondeante al viento porque el
mástil pesa un fleje) y a la indolencia. Entregando, como no podría ser de otra
manera, su existencia al mecenas de turno. Este mecenas, en cualquiera de
sus formas: desde un manager venido a menos, hasta uno impersonal como
pudiera ser el Estado, es el encargado de libar nuestro néctar más preciado
hasta sucumbir a un estado catatónico donde todo lo aceptamos. Aceptamos
incluso hasta perder nuestra libertad, nuestro primer y último estado natural, a
cambio de la tranquilidad o el consabido: “no me comas la oreja”, “aquí vamos
escapando” o “deja ver, yo estoy tranquilito”.
Bueno pues de tanto hablar de Elvis, me está entrando hambre musical y ya
puestos voy a pinchar una moneda de 5 duros en la gramola (Nota para
alumnos de la ESO: lo anterior no tiene traducción, y aunque la tuviera hay que
imaginarse un... bah!.. un rollo, pinten círculos de colores con espirales), yo voy
a elegir... a ver... Money Honey, con todos ustedes: Elvis Presley (gritos entre el
respetable):
“You know, the landlord rang
my front door bell.
I let it ring for a long, long spell.
I went to the window....”
Gustavo Reneses
No hay comentarios:
Publicar un comentario